Vamos a por la segunda etapa del Camino. Pensé que después de la paliza de calor del día anterior y de alguna pequeña herida en los pies, iba a tener un día más complicado pero me encontré a tope de fuerzas desde que empezé.
Hoy pude madrugar. El despertador no hizo falta porque el albergue parecía una tienda de relojes a las 7 de la mañana, todo el mundo se puso de acuerdo para poner las alarmas a esa hora. Así que aproveché para levantarme y ponerme en marcha. Desayuné en el mismo Pontedeume, mucha gente aún estaba de reenganche de las fiestas de la noche anterior. Y a las 7 media ya estaba haciendo camino.
El día se presentaba otra vez soleado y caluroso y así fué pero llevaba varias horas de ventaja con respecto al día anterior así que todo fué mucho más llevadero. Tal como indico en uno de los vídeos, hay que desayunar bien porque el inicio de la ruta es literalmente cuesta arriba y no para hasta alcanzar la altura de la carretera nacional que llega a Pontedeume desde A Coruña.
Ojo a ir demasiado pendiente de las subidas y de cuando llegaremos al final de la cuesta porque nos podemos pasar las indicaciones como me pasó a mi justo antes de llegar al final de la subida.
Tengo que decir que más de la mitad de esta etapa es chulísima, por una parte por el tipo de camino y por otra parte porque tiene poca dificultad y te da un respiro.
Con el sol tan bajo da gusto hacer el Camino. Y los árboles a los lados del sendero ayudan a que sea muy llevadero en un día donde vuelve a hacer mucha calor.
Este tramo de camino va paralelo al rio durante bastante tiempo y eso hace que se note menos la calor.
Es la segunda vez que me encuentro este tipo de "avituallamiento". No me he parado ni a mirar de que va la cosa. Solo puedo decir que nunca he visto a nadie junto a ellos.
En Miño nos encontramos un "semi" puente que sobre sale sobre las vías del tren y que tiene cristal en su parte central con lo que podemos caminar mientras vemos el fondo.
A partir de este punto, en el Lambre, las pistas forestales se convierten en carreteras secundarias, asfalto, calor y todo cuesta arriba (literalmente) y así....casi casi...hasta llegar a Betanzos. Los últimos kilómetros no me gustaron mucho, entre pasos oscuros bajo puentes, senderos donde tienes que esquivar los ciclistas domingueros dueños de las sendas y encima el camino no entra en Betanzos por la zona más bonita y lo digo con conocimiento de causa porque he vivido años allí y sé de lo que hablo.
Justo antes de las rampas finales tuve la suerte de hacer un breve descanso en las escaleras de la Iglesia de San Pantaleón das Viñas, porque justo después todo es subida y asfalto. Ojo justo al pasar esta iglesia porque doblamos a la izquierda y nos encontramos una concha amarilla más a la izquierda que no es más que una indicación de un punto de interés. Lo que debemos hacer es pasar la iglesia y nada más doblar a la izquierda fijarnos en un mojón que hay enfrente y que nos indica el camino a seguir.
y con llegada a Betanzos, en Domingo, con Feria y con un desvío provisional que no dejaba muy a las claras donde está ubicado el albergue. Si queréis dar con él, no os compliquéis, subir la calle que da al Ayuntamiento y bajando por su derecha está en la primera calle a la derecha.
En Betanzos los termómetros marcaban los 38 grados. El albergue ya no es como el de Pontedeume. Aquí tenéis todos los servicios necesarios, solo le falta la cocina :). En mi caso, como expliqué en el primer post de este Camino, no me quedaba, así que me limité a sellar la Credencial y me dirigí a la estación de tren (más correcto decir Apeadero) para terminar la primera parte de mi Camino a Santiago.
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